"Cuando la Iglesia
te invita a evitar las relaciones prematrimoniales,
para no 'vender' tu cuerpo,
no liberar la sexualidad del amor y responsabilidad,
propone un más, un positivo.
Poseerse a sí mismo, cuando aún no se le pertenece permanentemente,
debilita el amor y la persona misma.
Por la gracia del sacramento del matrimonio
el amor entre hombre y mujer no se funda
en las arenas movedizas de su fuerza,
sino sobre la roca del amor de Cristo por su Iglesia”.(de Familia, recurso decisivo; de A. Scola)
"... Nuestra elección de no tener relaciones sexuales como novios no nació del miedo, que lamentablemente tienen muchos jóvenes, de que mi novia pudiera quedar embarazada, ni de una imposición externa y mucho menos de la somnolencia de nuestra sentidos, que permanecen de manera extraordinaria vivos y pulsantes, pero esta elección surge de la conciencia de la grandeza de nuestro amor: de la firme convicción de que tener una relación sexual es fusionarse de manera total y definitiva, y esto presupone una unión de almas que solo el matrimonio nos dará. Nuestra castidad es, por tanto, fruto de nuestro amor".
Testimonio de un chico