La mentalidad de propiedad
está muy extendida en toda la sociedad.
Las relaciones humanas,
en lugar de estar marcado por el encuentro,
descubriendo al otro,
al asombro, a la apertura,
están marcados por la posesión.
El otro se convierte en mi derecho, es mío, es mi objeto. La relación se ha convertido en la elección de un producto hermoso y adorable que satisface mis necesidades, me gusta; entonces es mio! Cuando descubro que este no es el caso, que el otro es libre y nada lo une a mí excepto su libre elección y que solo en el amor y la libertad sucede esto, entonces me vuelvo loco.
La educación en las relaciones comienza desde lejos, comienza desde una edad temprana, cuando todo es debido. Esta mentalidad de posesión invade el alma y uno ni siquiera se da cuenta de que se encuentra en esta horrible condición espiritual…. El instinto de poseer es uno de los principales. La persona se convierte en objeto.
Pero después de todo, ¿la mujer en particular no se presenta hoy como un objeto? Para tomar y no perderse a toda costa.
Así mientras por un lado se aboga por la libertad femenina, por otro la persona humana se orienta a la relación con la imagen, a la relación de posesión engañándola, y la mujer se propone cada vez más como una "cosa" a conquistar, exhibir. La relación se convierte entonces en un derecho y pasa del ser al tener. Sobre esto creo que las comunidades deben reflexionar y educar con paciencia y amor pero con determinación.
En la sociedad actual nos encontramos con una fragilidad psíquica extrema, muchos no soportan un rechazo, una dificultad, un riesgo, una incertidumbre. Sujetos aparentemente sanos que luego terminan realizando actos de locura. Sujetos que son como bombas disparadas, aparentemente tranquilos, potencialmente capaces de explotar al primer tirón. El uso de drogas no es indiferente a este crecimiento de sujetos débiles, ya sean legales o ilegales, que dejan fuertes secuelas y muchas heridas en el campo, y que combinan con un estilo de vida que obliga a estar siempre a la altura, siempre a la carrera. , siempre muy cargado en el frente de haber provocado una mezcla explosiva. Uno no se da cuenta de cuántas personas sufren en la cabeza, porque no son tratadas en el corazón y en el espíritu.
(de un artículo de D. 'Fully', Francesco Doragrossa)